Madre Pascua Sandrini, restauradora de la Congregación
Madre Pascua Sandrini es la restauradora del Conservatorio de las Vírgenes, que con el paso del tiempo adquiere el nombre de Congregación de Religiosas de San Francisco de Sales – Salesias. Nació en Venecia el 24 de junio de 1762, hija de Giovanni Battista y Antonia Arvialli, que trabajaban al servicio de una familia. Pasó sus primeros años de infancia en la familia donde sus padres laboraban. Se gana el cariño de la dueña de casa, la cual le brinda la educación en un colegio famoso de Padua.
A pesar de su corta edad, cultiva en su corazón la preciosa perla de la vocación religiosa y anhela ser parte del floreciente Conservatorio de las Vírgenes de Vanzo, en Padua; una vez allí, es recibida por madre Teresa Leonati, sobrina del fundador del Instituto. En contacto con las niñas y las maestras, aprende el espíritu del trabajo y el método educativo. A la edad de 17 años (1779), se convierte en instructora de un grupo de jóvenes.
Lleva a cabo su actividad con dedicación, hasta la llegada de la supresión napoleónica (1810), que determina el cierre del Conservatorio y la dispersión de la comunidad. Algunas de las Vírgenes de Vanzo regresan a su familia, pero diecisiete de ellas, más treinta y un niñas, sin familia y sin hogar, se retiran a un pequeño local alquilado en Padua.
Madre Pascua no se rinde, a pesar de mil dificultades, compra el edificio del antiguo Colegio de los padres Somascos, en el pueblo cercano de Santa Cruz y se establece allí con las alumnas y otras personas que se habían retirado a vivir con ella.
Mujer con visión de futuro, habilidades sólidas, está a cargo del carisma heredado y renueva el Proyecto de don Leonati, exponiéndose a «nuevos riesgos», incluyendo los daños causados por las dolorosas circunstancias históricas. Su arte educativo y la capacidad experimentada de discernir de manera «inteligente y sobrenatural», convergen en la persona de Cristo. Su vida se desarrolla en el recorrido trazado por la Regla del fundador; sus cualidades de simplicidad, sobriedad, humildad, se cultivan según la espiritualidad de san Francisco de Sales considerado, por la voluntad de don Domenico, como Padre e inspirador del Instituto.
Agotada por la edad y la fatiga, después de quince meses de enfermedad y sufrimiento heroico, madre Sandrini fallece el 24 de febrero de 1849, «dejando un brillante ejemplo de la bondad y la caridad”. Que su vida nos ayude a nosotras, salesias, a mantener vivo el espíritu del fundador y a seguir fielmente sus pasos, para que el Reino de Dios se extienda en el mundo entero (Guía salesia, 2015, p. 56).